su piel bronceada por la caricia del sol.
Me enamoro su sonrisa y el brillo en su mirar.
La vi acercarse, casi me desplomo.
Sonrió y eufórico, sonríe nerviosamente.
Fueron segundos mágicos.
Pasó cerca de mí y
los nervios congelaron mi cuerpo.
Sucede cada día, a la misma hora, en el mismo lugar.
Espero alguna vez, poder hablarle e invitarle a un café.
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