Me atreví a descubrirte con la mirada,
a encontrar todos los misterios que llevas dentro;
me atreví a inhalar tu aroma, el de tu rosa de fuego;
rosa exquisita que llevas en tu cuerpo.
Y te toque;
te toque con las llemas de mis versos,
acariciando cada uno de los pliegues de tu piel,
sintiendo en mis manos, el estremecer de tu fuego.
Me atreví a escuchar el silencio de tu alma y
comprender el sonido exquisito del vaivén de tu cuerpo;
y así, de poco a mas, fui degustando los sabores de tu cuerpo,
el néctar prohibido de tu sexo.
Mis cinco sentidos, sin pensarlo, fueron amándote, atrevidamente.
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