Simplemente tú.
Y a usted quien le dio autorización
de adueñarse de mis pensamientos,
jugar con mis ganas y desordenar mis ideas.
En que momento se adueño de mis deseos,
se apoderó de mi lujuria
y se llevo mi cordura; porque sin avisar,
se adueño de mi tiempo y
me ha llenado de tanta pasión, lujuria y tentación.
Es usted, simplemente, culpable de mis cambios de humor;
de estar inerte a volverme un loco sin razón.
Usted, se ha metido entre mis ganas,
en las cosquillas de mi sexo y
los deseos de mi cama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario