su sensualidad hicieron que perdiera
la inocencia de mis pensamientos.
Somos, ella y yo,
dos tormentas que chocan y
se unen en una sola fuerza que
arranca pasiones y levantan, a su gusto,
deseos que desgarran nuestros sexos.
Ella es fuego,
es fuerza que me lleva en el vaivén de sus caderas.
Es lluvia, esa agua que moja y refresca mis deseo;
es río que recorre mi cuerpo y
la calma que llega después de la tormenta.
Yo, su lobo salvaje, quien lentamente devora su ser,
su cuerpo entero y su sexo;
el lobo que inunda su interior y
se deleita con sus sabores y
que toma con sed loca los jugos íntimos de su cuerpo.
Somos fuego y gasolina, pedacitos de big bang
que crean sus propios universos.
Ella la luna y yo el sol, a veces al revés.
Sólo somos, al final,
dos seres que se funden
en un universo de pasiones que no tiene fin.
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