Melancolía

Sentir que me pierdo, es solo el principio de
esta etapa decante de mis días grises.
Me tomo un café, de sorbo en sorbo,
queriendo no llegar al último trago.
Tengo miedo que sea amargo y triste.

Quizás ese pajarillo que canta en mi ventana
tiene la clave de la felicidad, o quizás esa
mariposa que revolotea alegre en el jardín.

¡Sorpresa! El pajarillo esperaba el 
momento exacto para cazar su presa, bella 
mariposa que iba de flor en flor.

Ese panorama alimenta mi melancolía;
estas horas de bohemio se consumen
en cada trago que tomo de café,
ese delicioso café que me he servido 
en mi taza preferida.

De la nada, descubres que la vida tiene esa capacidad de
destrozarte y reamarte como si no hubiera pasado
nada.

Ya casi termino mi café. Y la tarde ha llegado.
Con ella, un poco más de melancolía. 
La noche se percibe fría, mis letras se congelan,
mi cama espera por mí, tibia y apacible.

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