Mis labios, la llenaron de besos.
Ella sólo susurro un delicado gemido.
No cabía tanta pasión en una sola noche,
en una sola cama.
Nos volvimos a encontrar;
ella sonrió, yo reí.
Suavemente, mis manos recorrieron su cuerpo.
Era un explorador en cada uno de nuestros encuentros.
La noche nos miraba,
la luna nos llenó de luz.
Y en cada amanecer, el sol nos sonría.
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