Enamorado.

Enamorado de sus tormentas,
sus días de locura y
su carácter de huracán.

Enamorado de sus rabietas sin sentido,
de esos pequeños momentos en los que me quisiera matar...
Pero es un amor;
una estrella que ilumina mi inmenso azul,
un espacio de locura que rompe mi rutina y
la chispa que aviva mi hoguera.

Epitafio de amor.

Estar, nada más. 
Vivir, existir y si se puede, amar. 
Reír, llorar. 
Correr por la lluvia como estrella fugaz. 

Resbalarme por tus ojos,
esos ojos que no he visto, 
pero que sé que ahí están. 

Huir, de la nada y del todo. 
Perderme en tus recuerdos y 
en los míos. Vivir entre tus sueños y 
dormir entre tus deseos.

Respiro

Soy feliz. Respiro. Vivo cada día a la vez.
No tengo prisa porque se que el tiempo llega
y también se va.

Soy pasajero en este tren de la vida,
en este vagón en el que me ha tocado mi viaje.
No llevo prisa. Mi tren llegará a su terminal.

Disfruto del viaje, del paisaje,
de la gente y sus rostros; de su risas,
sus miradas.

Disfruto de sus historias de amor,
lloro por sus tristezas y dolor.
Este tren no se detiene. V
a rodando sin contratiempo.

Un día a la vez, un respiro, un latido.
Va rodando sobre los rieles;
rieles que crujen por el peso de la historia.
Una historia de todos,
un punto en común en el inmenso infinito.

No llevo prisa y también me ha tocado sufrir.
Ha llovido sobre mis ojos,
sobre mis mejillas han caído tormentas de dolor y de alegrías.

Me ha tocado un asiento polimórfico,
a veces cómodo otras no.
Y en el suave deslizar de este tren,
voy dejando huellas, besos que no volveré a dar,
abrazos que rompieron fríos,
risas que sanaron corazones caricias
que encendieron pasiones y
voces con eco en la eternidad.

He sido abrazado también;
con abrazos de pasajeros que se marcharon en otro tren,
que decidieron cambiar de rumbo.
Pero yo sigo aquí,
aquí me quedaré hasta que mi tren llegue a su fin.
Sólo soy un pasajero más,
no tengo prisa, sé que al final voy a llegar.

Cinco Sentidos

Me atreví a descubrirte con la mirada,
a encontrar todos los misterios que llevas dentro;
me atreví a inhalar tu aroma, el de tu rosa de fuego;
rosa exquisita que llevas en tu cuerpo.

Y te toque;
te toque con las llemas de mis versos,
acariciando cada uno de los pliegues de tu piel,
sintiendo en mis manos, el estremecer de tu fuego.

Me atreví a escuchar el silencio de tu alma y
comprender el sonido exquisito del vaivén de tu cuerpo;
y así, de poco a mas, fui degustando los sabores de tu cuerpo,
 el néctar prohibido de tu sexo.

Mis cinco sentidos, sin pensarlo, fueron amándote, atrevidamente.