Decirte adiós

Triste, con lágrimas en el corazón,
pintando un paisaje gris, este sueño se termino.

De golpe, el sol que brillaba en mi cielo azul,
apagó su cálida luz y me empujo a la realidad;
mi realidad.

No logré probar el néctar prohibido emanado por tus besos,
ni profane el templo sagrado dibujado por tu cuerpo.
Olvide que no eras mía; olvide que no me pertenecías.

¿Por qué nuestros corazones se aferran a amores prohibidos?
¿Son esos amores, realmente prohibidos?

A pesar de ello, hoy, he de abrir mi corazón, no para dejarte entrar,
sino para dejarte partir. Ya nuestros corazones no bailarán juntos,
aunque ambos escuchen la misma canción.